lunes, 26 de octubre de 2015

Venezuela en Capsulas

Resumen de mi viaje a Caracas

Ya hace poco más de una semana que regresamos de Caracas, pero aún no he podido lograr escribir sobre mis impresiones. Regresar a Caracas, así sea por solo una semana, es algo que nos llenó de excitación, de alegría, de preocupación, de miedos y de anhelos. Yo siempre me vanaglorie de conocer bien mi ciudad y de  moverme sin problemas en los cuatro puntos cardinales, sin embargo, aunque las cosas quedan en el mismo sitio, la ciudad no es la misma. Desde que salimos de Venezuela, siempre hemos estado informados de lo que pasa en el país,  pero fue igualmente duro ver como cada día se deteriora más mi querida Caracas.
·         Lo más valioso de Venezuela sigue siendo su gente. Es rico encontrarse con los amigos de toda la vida, así sea por un ratico; reencontrarse con la familia, quienes pusieron un montón de esfuerzo en que nos sintiéramos bien y no nos faltara nada.  El venezolano es cálido, amiguero, liviano; esa personalidad lo ayuda a sobrellevar la problemática de nuestro país de una manera positiva, aunque creo que ya su paciencia está llegando al tope, y no es para menos. A mí alrededor vi una sociedad dando el todo por el todo para salir adelante, poniendo al mal tiempo buena cara pero notándose ya cansada de tanto abuso, de tantas penurias, sintiéndose atrapada en un laberinto sin salida. Es una paradoja, pero es así, se sienten atrapados pero a la vez hay esperanza.
·         La solidaridad sigue siendo uno de los valores más importantes del venezolano. Es una ciudad donde no se puede vivir sin una red de soporte y estas existen (amigos, vecinos, familiares, amigos de los amigos, compañeros de trabajo y pare de contar), la gente se pone a la orden y entre todos se ayudan para poder cubrir los imprevistos, que siempre se presentan. El “hoy por ti, mañana por mí” es indispensable para subsistir en el caos y la entropía en que se ha convertido nuestra jungla de cemento, y se ha asumido como una manera de vivir. Escuche frases como:
“No me ha faltado azúcar porque siempre hay un alma caritativa que me sede un paquete cuando está a punto de acabarse la que tengo en casa…”
”Cuando pude entrar al supermercado ya no había papel tualé, pero una persona en la cola me cedió un paquete….”  
Hay muchísimos ejemplos, y tenemos que dar gracias a Dios por esa manera de ser nuestra, porque los problemas sociales podrían ser mucho mayores si fuésemos una sociedad distinta.   
·         Muchos de los empleados públicos están enfermos de poder. Por supuesto que no son todos, hay un grupo que quiere hacer las cosas bien, pero el sistema no los ayuda. Los sistemas están diseñados con una serie de obstáculos, donde solo triunfan la paciencia o la corrupción. Los funcionarios que más sobresalen, son aquellos que se imponen y te hacen sentir que estas en sus manos, que de ellos depende tu diligencia, tu cédula o pasaporte, el que puedas salir temprano y hacer otras cosas, el que no pierdas tu tiempo esperando en una oficina pública. Uno siente que se ríen a nuestras espaldas, que se burlan de esas salas de espera llenas de gente, sin agua, sin baños, sin servicios básicos.  El gobierno es cada día más centralizado; las decisiones están en manos de pocos funcionarios, solo en Caracas se pueden resolver los problemas. Por otra parte, las reglas tampoco son claras, todo queda a discreción del funcionario de turno, un gran caldo de cultivo para la corrupción.
Teatro Municipal, la oficina del Saime se encuentra al lado. La foto es mía y fue tomada  a las 6.30 am.
·         La ciudad está llena de buenas ideas mal ejecutadas. Es como ver la palabra CORRUPCION escrita en todas partes. Cada obra representa a alguien o a un grupo de personas que cobraron por un trabajo que realizaron a medias, usando materiales de tercera y, contratando a personas inexpertas. Las paredes del centro están llenas de murales y mosaicos pero, ese es el gran problema, siempre hay un pero, se ve que la calidad de los materiales no fue la óptima: cerámicas descoloridas, pintura que se transparenta y escarapela… cosas a medio hacer, a medio terminar… Obras que se aprecian inconclusas…. Lugares en donde se ve buena intención, pero salta a la vista la falta de conocimiento, de análisis ingenieril, de cálculos matemáticos… Lo peor, es que tarde o temprano, eso nos va a costar muy caro a todos los venezolanos. No basta con tener buenas ideas y buenas intenciones, hay que desarrollar trabajos de calidad, que perduren en el tiempo, que no generen otros problemas.
Foto tomada de Internet. Edificio de la Misión Vivienda en Av. Libertador

Foto tomada de Internet. Distribuidor La Araña en la Autopista Francisco Fajardo
·         La diferencia entre el Este y el Oeste nunca fue tan marcada. Caracas siempre ha sido una ciudad de contrastes, sin embargo ahora se aprecia más que nunca la diferencia entre los que más tienen y los que menos tienen. El Oeste parece otra ciudad, en donde los edificios no los han pintado en los últimos 20 años, están sucios, descarapelados y descuidados. La basura se amontona en las esquinas. Las diferencias se aprecian en todas las estructuras, en el diseño de los edificios, en la luz que entra a sus apartamentos, en la armonía con el entorno.  A lo largo de la ciudad y también en la Guaira, los edificios de la Misión Vivienda dan lástima, parecen inconclusos, las ventanas son pequeñas, lo que nos hace suponer que a esos apartamentos no entra la luz. Incluso las tiendas, los productos que venden, la calidad de lo que se encuentra es diferente. Esas grandes importadoras que se encontraban en el centro o en el oeste de la ciudad ya no existen, las tiendas venden pura pacotilla. Las librerías que rodeaban la Plaza Bolívar y sus alrededores están casi vacías. Lo único que se salva son las zapaterías, sin embargo ya no muestran el último grito de la moda, ahora se impone lo clásico.
·         El Centro de Caracas, una mezcla de cosas positivas y negativas. Aunque sus calles están limpias, la basura se acumula en las esquinas, lo que indica que se barre pero no se recoge la basura. Los monumentos históricos como la Casa Natal del Libertador, el Museo Bolivariano, la Asamblea Nacional tienen un personal que es amable con el público y eso es muy importante para atraer el turismo. Sin embargo, hay falta de profesionalismo en el mantenimiento de las distintas obras. Insisto, las buenas intenciones no bastan… Aunque yo no soy experta en el tema, si he ido a muchos museos alrededor del mundo, los cuadros y las exhibiciones están mal iluminadas. La luz directa dirigida al centro del cuadro primero, no permite apreciar la obra, solo se ve una mancha de luz y, segundo, daña las pinturas, por lo que en poco tiempo será necesario invertir en su restauración. Por otra parte, hacen falta descripciones y explicaciones en los distintos salones. No hay guías, folletos o audio-guías, solo pequeños letreros con escasa información. Tampoco hay baños públicos, la recomendación del personal del Museo Bolivariano fue que debíamos cruzar la plaza San Jacinto e ir a un restaurant con baño que se encuentra ahí.
·         Colas, colas para todo. Vamos subiendo a Caracas desde Maiquetía, son las 6:30 am y lo que destaca en una ciudad que aun duerme son las colas en algunos locales,  llegando a la Boyera se puede ver la cola de gente fuera del Farmatodo. A toda hora, en cualquier parte, se pueden ver largas filas en algunas farmacias y supermercados. Las colas en los cajeros automáticos y en los bancos, sobre todo los del Estado, también destacan a lo largo de la ciudad. Para todo se hace cola, no importa si es un restaurant de lujo o Mercal, hay falta de personal y el poco que existe se mueve a ritmo de morrocoy, la palabra más común es NO HAY. Falta de todo, lo básico (leche, papel sanitario, medicamentos, detergente) y lo no tan básico (agua embotellada, refrescos de dieta, vino y un gran etcétera…)
·         La inseguridad es la dueña de la ciudad. Es algo que se siente en la piel, que se huele en el ambiente, impregna a todos por igual, no importando en que parte de la ciudad estés.  Los ministerios, los bancos, las oficinas privadas, las tiendas, todas las instituciones tienen miles de sistemas de seguridad. Tocas el timbre del banco, se abre la puerta, entras a un área con doble puerta, se cierra a tu espalda la puerta por donde entraste, solo entonces se abre la siguiente puerta que te permite entrar al área de oficina. Solo puede pasar una persona a la vez… las personas en las calles van apuradas, casi corriendo… Las carteras llevan lo mínimo indispensable, se llevan cruzadas y agarradas. El último día de nuestra visita, la inseguridad nos tocó muy pero muy cerca, solo se perdieron cosas materiales, pero el susto queda en el inconsciente. La sensación de que algo terrible le puede pasar a tus seres queridos se impregna en la piel. Las ganas de salir corriendo y traerte todo un país contigo empieza a vivir en tu subconsciente.
Esta crónica no acaba aquí… Continuara…


3 comentarios:

  1. Excelente resumen Hanoi. Las cosas parecen haber empeorado desde que estuve alla hace dos años. Esperanza siempre hay, pero como tu dices, con la intención no basta. Un abrazo

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  2. Hola, Hanói! Nada más vi el anuncio de la crónica de tu viaje a Caracas me sentí impulsado a conocer cómo fue tu impresión, tu re-encuentro con esa urbe donde transcurrió tu infancia, tu adolescencia y tu vida de estudiante y luego de profesional... mucha nostalgia en tu voz mientras describes tus impresiones, mientras se lee lo que vieron tus ojos y lo percibido por tus otros sentidos... sentimientos encapsulados como píldoras, ungüentos, té, limonadas, cafecitos calientes, calmantes necesarios para una angustia que se resiste a salir del cuerpo y del alma mientras se está en medio del extravío de esas calles presurosas, atemorizadas, oscuras, descoloridas, ruidosas y mal olientes que te resultan tan conocidas y tan extrañas a la vez... desilusión y promesa. Gracias por compartir tu experiencia de este viaje! Adelante!

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  3. Hola, Hanói! Nada más vi el anuncio de la crónica de tu viaje a Caracas me sentí impulsado a conocer cómo fue tu impresión, tu re-encuentro con esa urbe donde transcurrió tu infancia, tu adolescencia y tu vida de estudiante y luego de profesional... mucha nostalgia en tu voz mientras describes tus impresiones, mientras se lee lo que vieron tus ojos y lo percibido por tus otros sentidos... sentimientos encapsulados como píldoras, ungüentos, té, limonadas, cafecitos calientes, calmantes necesarios para una angustia que se resiste a salir del cuerpo y del alma mientras se está en medio del extravío de esas calles presurosas, atemorizadas, oscuras, descoloridas, ruidosas y mal olientes que te son tan conocidas y -ahora- a la vez, tan extrañas ... desilusión y promesa. Gracias por compartir tu experiencia de este viaje! Adelante!

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