Resumen de mi viaje a Caracas
Ya hace poco más de una semana que
regresamos de Caracas, pero aún no he podido lograr escribir sobre mis
impresiones. Regresar a Caracas, así sea por solo una semana, es algo que nos
llenó de excitación, de alegría, de preocupación, de miedos y de anhelos. Yo
siempre me vanaglorie de conocer bien mi ciudad y de moverme sin
problemas en los cuatro puntos cardinales, sin embargo, aunque las cosas quedan
en el mismo sitio, la ciudad no es la misma. Desde que salimos de Venezuela,
siempre hemos estado informados de lo que pasa en el país, pero fue igualmente duro ver como cada día se
deteriora más mi querida Caracas.
·
Lo más valioso de Venezuela sigue
siendo su gente.
Es rico encontrarse con los amigos de toda la vida, así sea por un ratico; reencontrarse
con la familia, quienes pusieron un montón de esfuerzo en que nos sintiéramos
bien y no nos faltara nada. El
venezolano es cálido, amiguero, liviano; esa personalidad lo ayuda a
sobrellevar la problemática de nuestro país de una manera positiva, aunque creo
que ya su paciencia está llegando al tope, y no es para menos. A mí alrededor
vi una sociedad dando el todo por el todo para salir adelante, poniendo al mal
tiempo buena cara pero notándose ya cansada de tanto abuso, de tantas penurias,
sintiéndose atrapada en un laberinto sin salida. Es una paradoja, pero es así, se
sienten atrapados pero a la vez hay esperanza.
·
La solidaridad sigue siendo uno de
los valores más importantes del venezolano. Es una ciudad donde no se puede vivir sin una red
de soporte y estas existen (amigos, vecinos, familiares, amigos de los amigos,
compañeros de trabajo y pare de contar), la gente se pone a la orden y entre
todos se ayudan para poder cubrir los imprevistos, que siempre se presentan. El
“hoy por ti, mañana por mí” es
indispensable para subsistir en el caos y la entropía en que se ha convertido
nuestra jungla de cemento, y se ha asumido como una manera de vivir. Escuche
frases como:
“No me ha faltado azúcar porque siempre hay un alma caritativa que me
sede un paquete cuando está a punto de acabarse la que tengo en casa…”
”Cuando pude entrar al supermercado ya no había papel tualé, pero una
persona en la cola me cedió un paquete….”
Hay muchísimos ejemplos, y tenemos
que dar gracias a Dios por esa manera de ser nuestra, porque los problemas
sociales podrían ser mucho mayores si fuésemos una sociedad distinta.
·
Muchos de los empleados públicos
están enfermos de poder. Por supuesto que no son todos, hay un grupo que quiere hacer las cosas
bien, pero el sistema no los ayuda. Los sistemas están diseñados con una serie
de obstáculos, donde solo triunfan la paciencia o la corrupción. Los
funcionarios que más sobresalen, son aquellos que se imponen y te hacen sentir
que estas en sus manos, que de ellos depende tu diligencia, tu cédula o
pasaporte, el que puedas salir temprano y hacer otras cosas, el que no pierdas
tu tiempo esperando en una oficina pública. Uno siente que se ríen a nuestras
espaldas, que se burlan de esas salas de espera llenas de gente, sin agua, sin
baños, sin servicios básicos. El
gobierno es cada día más centralizado; las decisiones están en manos de pocos
funcionarios, solo en Caracas se pueden resolver los problemas. Por otra parte,
las reglas tampoco son claras, todo queda a discreción del funcionario de
turno, un gran caldo de cultivo para la corrupción.
Teatro Municipal, la oficina del Saime se encuentra al lado. La foto es mía y fue tomada a las 6.30 am. |
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La ciudad está llena de buenas
ideas mal ejecutadas. Es como ver la palabra CORRUPCION escrita en todas partes. Cada obra
representa a alguien o a un grupo de personas que cobraron por un trabajo que
realizaron a medias, usando materiales de tercera y, contratando a personas
inexpertas. Las paredes del centro están llenas de murales y mosaicos pero, ese
es el gran problema, siempre hay un pero, se ve que la calidad de los
materiales no fue la óptima: cerámicas descoloridas, pintura que se
transparenta y escarapela… cosas a medio hacer, a medio terminar… Obras que se
aprecian inconclusas…. Lugares en donde se ve buena intención, pero salta a la
vista la falta de conocimiento, de análisis ingenieril, de cálculos matemáticos…
Lo peor, es que tarde o temprano, eso nos va a costar muy caro a todos los
venezolanos. No basta con tener buenas ideas y buenas intenciones, hay que
desarrollar trabajos de calidad, que perduren en el tiempo, que no generen
otros problemas.
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Foto tomada de Internet. Edificio de la Misión Vivienda en Av. Libertador |
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Foto tomada de Internet. Distribuidor La Araña en la Autopista Francisco Fajardo |
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La diferencia entre el Este y el
Oeste nunca fue tan marcada. Caracas siempre ha sido una ciudad de contrastes, sin embargo ahora se
aprecia más que nunca la diferencia entre los que más tienen y los que menos
tienen. El Oeste parece otra ciudad, en donde los edificios no los han pintado
en los últimos 20 años, están sucios, descarapelados y descuidados. La basura
se amontona en las esquinas. Las diferencias se aprecian en todas las
estructuras, en el diseño de los edificios, en la luz que entra a sus
apartamentos, en la armonía con el entorno.
A lo largo de la ciudad y también en la Guaira, los edificios de la
Misión Vivienda dan lástima, parecen inconclusos, las ventanas son pequeñas, lo
que nos hace suponer que a esos apartamentos no entra la luz. Incluso las
tiendas, los productos que venden, la calidad de lo que se encuentra es
diferente. Esas grandes importadoras que se encontraban en el centro o en el
oeste de la ciudad ya no existen, las tiendas venden pura pacotilla. Las librerías
que rodeaban la Plaza Bolívar y sus alrededores están casi vacías. Lo único que
se salva son las zapaterías, sin embargo ya no muestran el último grito de la
moda, ahora se impone lo clásico.
·
El Centro de Caracas, una mezcla de
cosas positivas y negativas. Aunque sus calles están limpias, la basura se acumula en las esquinas,
lo que indica que se barre pero no se recoge la basura. Los monumentos
históricos como la Casa Natal del Libertador, el Museo Bolivariano, la Asamblea
Nacional tienen un personal que es amable con el público y eso es muy importante
para atraer el turismo. Sin embargo, hay falta de profesionalismo en el
mantenimiento de las distintas obras. Insisto, las buenas intenciones no bastan…
Aunque yo no soy experta en el tema, si he ido a muchos museos alrededor del
mundo, los cuadros y las exhibiciones están mal iluminadas. La luz directa
dirigida al centro del cuadro primero, no permite apreciar la obra, solo se ve
una mancha de luz y, segundo, daña las pinturas, por lo que en poco tiempo será
necesario invertir en su restauración. Por otra parte, hacen falta
descripciones y explicaciones en los distintos salones. No hay guías, folletos
o audio-guías, solo pequeños letreros con escasa información. Tampoco hay baños
públicos, la recomendación del personal del Museo Bolivariano fue que debíamos
cruzar la plaza San Jacinto e ir a un restaurant con baño que se encuentra ahí.
·
Colas, colas para todo. Vamos subiendo a Caracas desde Maiquetía,
son las 6:30 am y lo que destaca en una ciudad que aun duerme son las colas en algunos locales, llegando a la Boyera se puede ver la cola de gente fuera del Farmatodo. A toda hora, en cualquier parte, se pueden ver largas filas en algunas farmacias y supermercados. Las colas en los cajeros automáticos
y en los bancos, sobre todo los del Estado, también destacan a lo largo de la
ciudad. Para todo se hace cola, no importa si es un restaurant de lujo o
Mercal, hay falta de personal y el poco que existe se mueve a ritmo de
morrocoy, la palabra más común es NO HAY. Falta de todo, lo básico (leche,
papel sanitario, medicamentos, detergente) y lo no tan básico (agua embotellada, refrescos
de dieta, vino y un gran etcétera…)
·
La inseguridad es la dueña de la
ciudad. Es algo
que se siente en la piel, que se huele en el ambiente, impregna a todos por
igual, no importando en que parte de la ciudad estés. Los ministerios, los bancos, las oficinas
privadas, las tiendas, todas las instituciones tienen miles de sistemas de
seguridad. Tocas el timbre del banco, se abre la puerta, entras a un área con
doble puerta, se cierra a tu espalda la puerta por donde entraste, solo
entonces se abre la siguiente puerta que te permite entrar al área de oficina. Solo
puede pasar una persona a la vez… las personas en las calles van apuradas, casi
corriendo… Las carteras llevan lo mínimo indispensable, se llevan cruzadas y
agarradas. El último día de nuestra visita, la inseguridad nos tocó muy pero
muy cerca, solo se perdieron cosas materiales, pero el susto queda en el inconsciente.
La sensación de que algo terrible le puede pasar a tus seres queridos se
impregna en la piel. Las ganas de salir corriendo y traerte todo un país contigo
empieza a vivir en tu subconsciente.
Esta crónica no acaba aquí… Continuara…
Excelente resumen Hanoi. Las cosas parecen haber empeorado desde que estuve alla hace dos años. Esperanza siempre hay, pero como tu dices, con la intención no basta. Un abrazo
ResponderBorrarHola, Hanói! Nada más vi el anuncio de la crónica de tu viaje a Caracas me sentí impulsado a conocer cómo fue tu impresión, tu re-encuentro con esa urbe donde transcurrió tu infancia, tu adolescencia y tu vida de estudiante y luego de profesional... mucha nostalgia en tu voz mientras describes tus impresiones, mientras se lee lo que vieron tus ojos y lo percibido por tus otros sentidos... sentimientos encapsulados como píldoras, ungüentos, té, limonadas, cafecitos calientes, calmantes necesarios para una angustia que se resiste a salir del cuerpo y del alma mientras se está en medio del extravío de esas calles presurosas, atemorizadas, oscuras, descoloridas, ruidosas y mal olientes que te resultan tan conocidas y tan extrañas a la vez... desilusión y promesa. Gracias por compartir tu experiencia de este viaje! Adelante!
ResponderBorrarHola, Hanói! Nada más vi el anuncio de la crónica de tu viaje a Caracas me sentí impulsado a conocer cómo fue tu impresión, tu re-encuentro con esa urbe donde transcurrió tu infancia, tu adolescencia y tu vida de estudiante y luego de profesional... mucha nostalgia en tu voz mientras describes tus impresiones, mientras se lee lo que vieron tus ojos y lo percibido por tus otros sentidos... sentimientos encapsulados como píldoras, ungüentos, té, limonadas, cafecitos calientes, calmantes necesarios para una angustia que se resiste a salir del cuerpo y del alma mientras se está en medio del extravío de esas calles presurosas, atemorizadas, oscuras, descoloridas, ruidosas y mal olientes que te son tan conocidas y -ahora- a la vez, tan extrañas ... desilusión y promesa. Gracias por compartir tu experiencia de este viaje! Adelante!
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